viernes, 31 de diciembre de 2010

Se acabó el año



INTRODUCCIÓN

Vamos con la entrada obligada de fin de año, así que sentaos todos para oír el discurso y luego salid a celebrar haciendo todo lo que se os ocurra. Pero ahora prestad atención a este chiflado que tiene una bomba de dinamita atada al torzo y que estallará exactamente a las doce de la medianoche. ¿Listos para la entrada obligatoria de fin de año?


Otro año... voló. Parece increíble que el año haya pasado tan rápidamente, pero lo cierto es que otro año se ha ido volaaaandoooo... El otro día hablaba con una amiga, me dijo que ella aún no caía en la cuenta de que faltaba un día para Navidad. Al menos en mi caso, puedo decir que el año se me pasó volando hasta agosto, y desde entonces ha discurrido como jarabe para la tos o mayonesa, es decir, muy lentamente. Sin embargo, desde el inicio de la temporada decembrina (desde el primero de diciembre, para hacerla más simple), he notado que de verdad el año ha seguido un ritmo vertiginoso. Y digo yo...

... A pesar de que el año haya volado tanto, creo que no nos ha dejado indistintos. De una forma u otra, aún siendo un hermitaño cascarrabias como un servidor, el año tiene que haberos, tiene que habernos, afectado un poco en algún aspecto de nuestras vidas. El tiempo parece ridículo al verlo contenido en los calendarios y en los minuteros. Quizás es que no poseamos el tiempo, sino sólo una forma de cuantizarlo, de hacerlo más ordenado. Nuestra sociedad ve cómo el tiempo se escapa, cómo corre la vida ante nuestros ojos sin que podamos hacer nada por detenerla. Es simple. Si no nos apresuramos, el tren pasará sin que nos demos cuenta, y ya habrá sido demasiado tarde... o quizá no del todo. Quizás dentro de media hora, o quince minutos, o un mes, pase otro tren que nos deje en donde no nos habíamos pensado. Creo que si bien los trenes corren, nunca es una última oportunidad. Creo que siempre esperamos aquel tren que no nos imaginábamos esperar. Creo que tomamos el tren indicado, en el momento indicado, que nada es casual.

Quiero hablar del tiempo. Listo, ya lo he hecho. Es algo que, por lo menos a mí, me parece bastante subrealista, pero que quizás otras personas entiendan más. De qué sustancia está hecho el tiempo, o quién lo marca, o de dónde nace. ¿No será el tiempo una fantasía del mundo? Me imagino el alquimista, de Pablo Cohelo, y pienso en el desierto, lugar en donde el tiempo y la tierra se funden... Es muy extraño, la verdad.

Quizás el tiempo sea un latido. Un latido no de relojes, sino de vida. El tiempo nace en la vida de una planta, en nuestra propia vida. El tiempo se esconde en los calendarios, quizás aprisionados torpemente por una civilización torpe. Creo que es una especie de respirar de la GAYA, una forma de pulso implícito de la vida. Creo que hay sabidurías más grandes que la del hombre.

En fin. Volvamos al tema. Creo que todos hemos marcado en algún calendario las fechas importantes, los compromisos, los cumpleaños de seres queridos, los días que quedaban para un examen importante... Y ahora vemos el calendario y nos parece algo que no es del todo real. Resulta gracioso pensar que el tiempo ha quedado contenido en ese pedazo de papel marcado y con bellas estampas de paisajes naturales (o de cualquier otra cosa, que hay gustos para todo).

Cuesta creer que el año se haya ido tan rápidamente. Pero como os decía, no creo que se haya ido tan rápido como para dejarnos indiferentes. Muchas cosas han sucedido este año. Y no, no las nombraré en estilo "balance del año". No me gusta hacer balances. En este año hemos reído, hemos llorado, hemos amado, hemos cambiado. Hemos asistido a nuevos hechos que cambiaban de alguna forma u otra nuestras vidas (trabajos, responsabilidades, mudanzas, reencuentros, pérdidas, entre muchas otras). Y no creo que seamos tan cerrados como para no vernos cambiar con esto.

Ha pasado un año, y se puede decir que hemos ganado un año de experiencia, un año de sabiduría. A veces la experiencia no es buena, porque nos hace ser un poco menos piadosos y mucho más rencorosos, o más desconfiados y menos alegres. Pero hay una experiencia que plenifica y gratifica.

Un cocinero quiso enseñarle esto a su hija de doce años. La llevó a la cocina y comenzó a sacar sus utensillos y algunos alimentos. Granos de café, algunas zanahorias y un par de huevos de gallina. Puso agua en tres ollas, y las dejó hervir durante algunos minutos. Entonces puso las zanahorias en una de las ollas. Luego puso los granos de café. Y al final puso los huevos de gallina. Siguió esperando unos momentos, y después apagó las hornallas y comenzó a sacar el producto de la cocción. Comenzó a hablar a su hija.
—¿Qué es lo que he cocinado? —le preguntó.
—Huevos, granos de café y zanahorias —contestó la hija.
—Mira cómo eran las zanahorias —dijo el padre—. Parecían duras por dentro, pero después de que las herví se volvieron blandas y poco resistentes. Y mira cómo eran los huevos. Antes de hervirlos, los huevos eran blandos por dentro, y después de que los herví, se convirtieron en un interior duro, aunque por fuera siguieran pareciendo los mismos de antaño. Pero quiero que mires los granos de café. Los granos de café cedieron ante el agua, pero no se dejaron abatir, sino que cedieron todo lo bueno que había en ellos, y mira lo que ocurrió. Ante el hervor, el grano de café transformó el agua en café, en algo hermoso.
—¿Y qué significa todo esto? —preguntó la niña, cada vez más convencida de que su padre estaba perdiendo el juicio.
—Hay personas que ante la vida reaccionan como las zanahorias. Parecen resistentes a los embates de una tormenta, pero luego se muestran débiles y sin fuerzas para continuar. Hay otras personas que son como los huevos. Tienen un corazón delicado y amable, pero ante las desavenencias de la vida mantienen un rostro inmutable, pero su corazón se ha vuelto de piedra. Y hay personas que, por el contrario, son como los granos de café. No luchan contra las cosas que les hacen daño, sino que las mejoran, y hacen un sabroso café.


A eso me refería. Hemos vivido un año de nuevas experiencias. Algunos ratos gratos, otros... no tanto. Pero lo importante es recordar esta nueva experiencia, ir guardando la sabiduría que nos trae fortaleza y nos prepara para seguir camino.

¿Qué es la vida, sino la reiteración de los versos de Machado "Caminante no hay camino, se hace camino al andar"?El año se ha marchado, pero no nos ha dejado como éramos. Revisemos, cada uno de nosotros, en qué modificamos nuestra vida. Qué es lo que debemos perdonar, qué es lo que debemos valorar, qué es lo que nos ha enseñado más. Los maestros se hayan en la vida misma. Está en nosotros aprender de ellos.

Tengo entendido que, según la filosofía oriental, hay un proberbio que dice que todo lo que ocurrió, ocurrió para nuestro bien, que no podría no haber ocurrido, y que ocurrió en el momento justo. Cada cosa nos hace ser un poquito más sabios, y cada cosa llega en el momento indicado para cada uno.

Otro año voló. Pero no nos ha dejado con doce meses de vejez. Nos ha dejado con mucho para reflexionar y para pensar sobre nuestras vidas.

Dejamos el pasado atrás, pero nunca está de más recordar el pasado para entender nuestro presente, para que las cosas importantes no queden olvidadas en las brumas del recuerdo. Dejamos el pasado atrás, pero el porvenir nos trae nuevas sorpresas. ¿Cuáles? Me las trae al fresco. Como dijo Albert Einstein: "No pienso en el futuro, pues el futuro llega en su momento". Ahora hacemos un alto, pero pronto comenzaremos a seguir camino adelante, marchando sin cesar por la senda de la vida. Como decía el viejo y querido Bilbo, quizá haya una nueva colina por descubrir a la vuelta del camino. Hagamos un alto, descansemos un momentos y dediquémonos a celebrar un rato. ¿Y luego? Luego es el momento, damas y caballeros, de seguir volando hacia el sol. Volar hacia el sol... Hacia el sol... El futuro llega en su momento, lo importante es estar dispuestos a seguir siempre con una sonrisa en los labios y una canción en el corazón. Ya tendremos tiempo para pensar en el mañana; por el momento, disfrutemos cómodamente del ahora, y vivamos cada segundo de nuestras vidas con la chispa de alegría y de amor necesaria para el "carpe diem".

Damas, caballeros, el año está a punto de irse. Aunque a mí nunca me ha gustado eso de que en primero de enero digamos: "¡Es año nuevo! ¡Tengo nuevas energías!". Me parece algo raro, siendo que el día anterior seguía siendo el día anterior... Pero bueno. También comienza un año nuevo para el salón del estudio, no hay que olvidar eso, y esperemos que el nuevo año nos traiga nuevas sorpresas y nuevas aventuras en el mar del conocimiento. Pero por sobre todas las cosas, a todos los que visitan este blog, y a todos los que no lo visitan (que creo que es la mayoría de la humanidad en general), este post tiene la sana intención de felicitaros el año nuevo y desearles prosperidad, alegría y paz.

Así que, con vuestro permiso...

... ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡FELIZ AÑO NUEVO PARA TODOS!!!!!!!!!!!!

martes, 28 de diciembre de 2010

El sabueso de los Baskerville


Hace unos meses paseaba yo por Santiago cuando, en el escaparate de la librería en la que compro los libros para la facultad, me encontré una edición de El sabueso de los Baskerville, obra que hacía tiempo que quería leer, a sólo 3'75 €. Por supuesto, hoy ese libro está en mi estantería, ya leído, y me dispongo a contaros mis impresiones. He de decir que se trata de mi primera (y hasta ahora, última) lectura de "un Sherlock"; y he de decir que he leído poca literatura policíaca (de los grandes grandes, he leído varios "Poirots" de Agatha Christie; aparte, puedo mencionar la ya comentada aquí Huesos de Santo o El misterio de la cripta embrujada, de Eduardo Mendoza).

Bueno, pues la verdad el libro creo que cumple su cometido. No es un libro muy largo, ni muy profundo, pero entretiene. Hacia la mitad llega un momento de "no retorno", un momento que te engancha de manera que no puedes soltar el libro hasta acabarlo. La historia rezuma misterio y giros en la trama. Además, me gusta que no muestra simplemente a Sherlock haciendo sus averiguaciones y dándoselas de listo (por cierto, a veces odio a estos superdetectives cuando se creen semidioses), sino que durante parte de la historia es el relator, Watson, el protagonista. Se le da un mayor papel, y creo que así se consigue una mayor sensación de misterio que con un detective que diga que ya lo sabe todo (además, Sherlock repite varias veces que están ante un caso muy difícil).

Otro aspecto positivo de El sabueso es el aspecto mitológico-legendario-supersticioso que introduce con el propio perro. Le da un aire de tenebrosidad, de terror, al relato, cosa que también se consigue con otros elementos, como la oscuridad del páramo en el que ocurren algunos hechos.

En el lado negativo, pues lo que he dicho: no esperéis un libro que os haga reflexionar sobre algo, ni que muestre un determinado aspecto de la sociedad para criticarla; pero es que tampoco creo que sea lo que busca: busca entretener, y vaya que si lo consigue.

Y esto es todo por hoy. En la próxima entrada hablaremos de "Riña de gatos. Madrid, 1936", el último libro de Eduardo Mendoza (La verdad sobre el caso Savolta), y que hace poco ha sido galardonado con el Premio Planeta, y que puedo adelantar que me ha encantado.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Los efectos secundarios del oficio



Para los que no entiendan de qué va este post, os recomiendo leer la ida de olla que publiqué en agosto sobre Drácula y entonces lo entenderéis todo. Como dijo Fantasmas, estoy hecho un filósofo, y eso implica, en cierta medida, comenzar a verlo todo con una perspectiva un tanto... particular.

En este momento, toda la audiencia piensa que ese "particular" no ha sonado (en caso de que lo estuvieséis leyendo en voz alta) muy convincente. Para abreviar, estoy perdiendo la cabeza y esto se está comenzando a notar en las cosas en las que me fijo. Y hoy vengo a advertir a gran parte de la población.

Cuando uno comienza a leer cuentos policiales piensa que no habrá ningún riesgo, doctora... Es casi un juego, un divertimento más de entre los que se pueden conocer... Uno lo hace con la sana intención de entretenerse un rato. El problema está cuando los cuentos policiales son extraordinariamente meticulosos. Uno comienza, en primer lugar, a crear sus propias historias, crímenes y personajes, y se adapta a ver las cosas del punto de vista del escritor. Y luego comienza el planteo de la lógica. Uno comienza a ser crítico, razonador abstracto y matemático al mismo tiempo que se quiere seguir siendo "poeta", por así decirlo. Creo que el resultado no puede ser bueno, ¿verdad? Doctora, siento que algo crece muy dentro de mí y que se está apoderando de todo mi ser, y va más allá de lo que pueda evitar... ¿Transferencia? ¿Y qué es eso? Ah, claro. No, no es eso, se lo puedo asegurar... Es algo mucho más profundo y degenerativo... es un efecto colateral de comenzar a comprender mucho más a fondo un océano demasiado profundo para la mente humana. No me extraña que Poe hubiese perdido la cordura y que Doyle se hubiese abocado al espiritismo... es lo más normal del mundo, doctora... Y siento que necesito ayuda.

Damas, caballeros, a continuación pasaré a mostrarles el peligro oculto que se escuende y no se mostra en el razonar la teoría policial de Edgar Allam Poe...
... redoble de tambores...
...
... con ustedes, el cómo se va degenerando una mente hasta la más primigénea muestra de estupor. ¿A que no lo he hecho bien? Desde agosto a esta parte, ¿he mejorado mucho o poco?

El otro día escuché este chiste:

Había tres limpiadores de ventanas en el decimoquinto piso. Un estadounidense, un italiano y un argentino. Llega la hora de almorzar, y los tres deciden seguir sobre el andamio en el decimoquinto piso y comer allí.
En ese momento, al sentarse, comienza a hablar el estadounidense.
—Si mi esposa me puso una hamburguesa en la vianda —dice—, yo juro por mi madre y por mi honor que me tiro al vacío.
Cuando abre la vianda, en efecto, había una hamburguesa. El estadounidense, fiel a su juramento, se suicida lanzándose desde el decimoquinto piso.
Luego el italiano toma su vianda y dice:
—Si mi esposa me ha puesto pasta para almorzar, entonces juro por mi hombría y por mi patria que me suicidaré.
Abre la vianda y, efectivamente, allí se encuentra con la pasta pronosticada. Fiel a su juramento, sigue el ejemplo del norteamericano.
El argentino entonces dice:
—Si mi mujer me puso aquí una empanada, juro por mi madre y por mi patria que me lanzaré al vacío.
Abre la vianda de la comida y oh sorpresa, empanadas. Fiel a su juramento, sigue el camino del norteamericano y del italiano.
Más tarde...
... las tres esposas de los tres limpiadores en el velorio. Como eran amigos y camaradas los estaban velando a los tres juntos. La mujer del norteamericano y la esposa del italiano estaban hechas un sólo llanto. En cambio, la mujer del argentino permanecía impertérrita.
Las dos viudas dolientes se acercan a la tercera y lle recriminan:
—¿Por qué no lloras, perra insensible? ¿No te das cuenta de la tragedia que hemos sucitado?
—¿Qué tragedia? —pregunta la argentina.
—¡Nuestros maridos! —grita la norteamericana—. ¿No te das cuenta de que fue por nuestra culpa que se tiraron al vacío? Nosotros fuimos quienes le preparamos la vianda de comida, nosotra le pusimos las comidas por las que juraron y por las que atendieron a su juramento...
—... ustedes —dice la argentina—. Pero la vianda de mi esposo se la preparó él mismo.


Chiste malo, lo sé. Pero es tan malo que incluso da risa. Pero yo no me reí. En ese instante comencé a procesar la escena del crimen con los datos que tenía. Aquello no era un juego. Sabía que habían quedado pocas pruebas a nuestra disposición, pero debíamos trabajar con lo que fuese necesario. Aquello no tenía explicación. La comida dejada atrás podía decirnos bastantes, pero ninguna prueba nos conduciría a saber qué habían dicho los trabajadores antes de suicidarse, ni si ellos mismos habían elegido el suicidio.

En ese momento comprendí que algo andaba mal. Alguien sabía demasiado en este caso, y teníamos a tres sospechosas entre manos. ¿Cómo habían podido saber las viudas que sus maridos habían jurado suicidarse si encontraban tal o cual comida en sus viandas, si hasta el momento los únicos que lo sabíamos éramos nosotros?

Sería difícil, tratándose de un hecho tan funesto, pero comenzaría a investigar una historia que parecía graciosa, pero que en realidad tenía muchos puntos flojos.

Superadlo, en serio, os invito a superarlo. Y por supuesto, mi estimado público, vosotros diréis si sigo tomando los psicofármacos o si disminuyo las dosis.

martes, 21 de diciembre de 2010

Informe de campaña: Los días después de la batalla



Redactante: Sir Nícolas Vásquez de Aragón, heredero de la Noble Corona de los Torpes Patos del Contaminado Río.
Asunto: Informe de campaña tras la batalla llevada a cabo entre el día veinte del decimosegundo mes del años dos mil diez de nuestra era y el día veintitrés del mismo mes y del mismo año.
Fecha: Día veintitrés del decimosegundo segundo mes del año dos mil diez de nuestra era.
Estado: Cansado.
Batalla: Dura.
Pronóstico: Mes primero del año dos mil diez estudiando para la batalla del mes segundo del susodicho año.
Pronóstico a futuro: Si los cálculos son correctos, el año once del segundo milenio no tendrá ni siquiera dos semanas de descanso tras cada batalla. Cursillo de ingreso a la facultad y muchas enemigas para derrotar y de considerable longitud.

Redacto y desglozo día a día:


  1. Día 0: Domingo diecinueve de diciembre de dos mil diez. Decido que no llego con Psicología y la dejo para febrero. Total, lo mismo pasaré Año Nuevo estudiando para febrero, así que qué más da. ¿Lindo panorama, no?
  2. Día 1: Lunes veinte de diciembre de dos mil diez. Llego al área de combate listo para derrotar Biología. Oh sorpresa. Dato equívoco. Biología es el jueves veintitrés, superponiéndose con Biotecnología. Y, a pesar de que ambas lleven el mismo prefijo, no tienen que ver en nada (o casi nada).
  3. Día 2: Martes veintiuno de diciembre de dos mil diez. Llego al campo de batalla para combatir contra Geografía. Aprobado.
  4. Día 3: Miércoles veintidós de diciembre de dos mil diez. Física. Aprobado. Al final no me tomaron lo de la ecuación que conjugaba la presión, el volumen y la temperatura absoluta (P * V / Tabs = P * V / Tabs). Pero aprobado.
  5. Día 4: Jueves veintitrés de diciemmbre de dos mil diez. Dos materias. Biología y Biotecnología. Ambas aprobadas. Eso sí, nunca más me estudio un libro de química orgánica de Milone de los años ochenta a menos que así se me lo solicite.


Balance: Odio los balances de fin de año. Pero vamos allá. Tengo que comenzar a acostumbrarme a que las materias sean mucho más gordas, será así en la universidad. He notado que hace unos años podía rendir dos materias el mismo día, que ambas materias juntas no serían ni cuatro o cinco casetes de sesenta minutos, pero ahora comprendo una gran verdad. Este año Geografía y BíoT han llevado once casetes cada una. Microbiología, que también es de quinto curso y cuyo estudio y posterior rendido quedan pendientes para el año entrante (como hago siempre, vamos, que yo los cursos de verdad los empieza en abril y los termino en febrero, salvo excepciones puntuales), tiene siete unidades y es bastante densa. Veré si llego para febrero. Eso sí, en febrero se superponen cuatro exámenes en la misma fecha. Creo que una vez, cuando estaba en mi anterior colegio (antes de que me dieran una patada en el traste porque ya no tenían ninguna atadura legal), creo que he hecho tres por día, aunque no lo recuerdo bien, tendría que ver los permisos de examen y cotejar fechas. En fin. Mi pregunta: ¿Algún lector del blog ha hecho cuatro exámenes finales el mismo día? ¡Si es que podría batir un récord, hombre!
Conclusión: Estoy muy cansado. Quiero descansar una semanita y comenzar luego para terminar el quinto curso en febrero. Ha sido un año bastante movido. El año entrante no sé si siquiera tendré tiempo para escribir más de lo que he escrito este año (el hecho de haber dejado de publicar originales no responde sólo a la escasés de producción). En fin. Eso es el mañana, y yo hoy quiero carpe diem.
Estado de salud: He hecho un pequeño experimento. Puse a prueba mi capacidad de recistencia. Desde el lunes no desayuno absolutamente nada (sólo tomaba una pepsi y comía un alfajor tras el examen). Sólo he almorzado (no he tomado ni merienda ni cena). He dormido, a lo sumo, tres horas por día. He ingerido mucho café y Coka-Cola y Pepsi (que se note que abunda la cafeína). En suma, he hecho la gran Sherlock, y mi conclusión es la siguiente: Sigo vivo. Quería demostrar que la adrenalina producida por la médula suprarenal cuando nos encontramos en estado de alarma podía satisfacer los niveles de glucosa con un mantenimiento mínimo de una alimentación sana y de un sueño para nada óptimo. Mi conclusión es esa. Que, sino por la adrenalina sí por la cafeína, al menos sigo vivo. Veo si en febrero me abstengo de comer y de dormir por completo. Luego hablamos. Y que se interpreten estas últimas oraciones como una broma. Y por cierto, eliminé todo rasro de lácteo, fruta o verdura de la dieta. He descubierto América. ¡Se baja de peso considerablemente! ¡Os lo garantizo!
Pendientes: Escribir un par de cartas. Guardar algunas cosas. Dejar cerrados algunos cajones. Llamar a ciertas personas. Salir a repartir unos obsequios. Dormir un tanto la siesta. ¿Me dará tiempo a todo antes de las nueve de la noche? Yo creo que sí.

Corto comunicación. Cambio y fuera.

Agente secreto de la sociedad secreta de secretos secretísimos nº 1.334.031.721.
Código clave: Cóndor verde.
Sir Nícolas Vásquez de Aragón,
heredero a la Corona de los Torpes Patos del Contaminado Río.


(Luego veo si publico algún post por Navidad y otros que han quedado en el tintero por falta de tiempo. Os mantendré informados. Y por supuesto, mi misión a partir de ahora es ponerme al día con los blogs :P Aunque recordad, sólo tengo algunos días de vacaciones antes de comenzar las clases otras vez. Recuerdo que aquí estamos en verano, y recuerdo que ¡es un embole estudiar en verano!)


jueves, 16 de diciembre de 2010

Lo conseguí por mi honor



Tengo entendido que enEspaña hay una expresión que dice algo como "lo conseguí por mis santísimos cojones", ¿verdad? De acuerdo. Eso mismo podría haber usado como título. Más aún, podría haber dicho "misión cumplida", o "travesura realizada", o "el pavo está en el saco" o vaya a saber qué otra cosa. Pero lo cierto es que el objetivo de comunicación se cumple, ¿no?

Entrada corta, lo prometo.

Acabo de terminar de entender la ecuación de los estados de gases que conjuga las variables presión-volumen-temperatura absoluta. En suma, una única ecuación que sirva para conjugar las leyes de Gay-Lussac, Boyle-Mariotte y Charles (no recuerdo los nombres, si alguien quisiera hacer el favor, bienvenido sea). Y podéis considerarlo uno de los motivos más absurdos por los que hacer una entrada, pero yo tengo ganas de darle dos tortones en el rostro al profesor de Física que se montó semejante deducción para llegar a eso...

... de hecho, este mismo hombre, el que escribió el apunte y el que da clases en el colegio al que sólo asisto para sentarme a dar los exámenes, ha escrito todos los apuntes de cuarto año para arriba deduciendo mil fórmulas desde lo más pequeño. Satura. Y desgasta. Pero se siente lindo cuando uno lo ha conseguido después de devanarse los cesos para seguir el hilo de lo que estás leyendo.

¿En suma? Este hombre es un genio, lo único que podría decir (creo que fue lo único que había escrito el mentor de Nash cuando lo recomendó a Princetong). Si bien como persona no me termina de cerrar, este hombre es un genio, y yo eso lo admiro y reconozco. Eso sí, por las cosas que he leído de él (ciertas pautas para organizar carpetas y trabajos prácticos), puedo asegurar que Monk no le llega ni a los talones.

En fin. Lo conseguí por el honor perdido de la lejana corona de los torpes patos del contaminado río. Que de algo hay que ser heredero o estar orgulloso.

Me voy a dormir como un lirón.


viernes, 3 de diciembre de 2010

Huesos de santo


Huesos de santo es la última novela de Alfredo Conde, un escritor sobre todo conocido en Galicia. Se trata de un libro policíaco en el que el protagonista, el comisario Andrés Salorio, investiga un crimen en Santiago de Compostela, un crimen relacionado con una investigación sobre la veracidad o no de los huesos del santo que dicen que está aquí enterrado.

Se trata de un libro policíaco, a mi entender, especial, pues no es como el típico de Poirot o Holmes en el que todo, absolutamente todo, gira alrededor del crimen, pues aquí se presenta también a ese protagonista, Andres Salorio, que según tengo entendido aparecerá en más novelas de Alfredo Conde, y se explica su rutina, su vida, vaya. Además, sus puntos fuertes, para mí que vivo aquí, es que se habla muchísimo de Santiago, de la catedral, de su historia (algo que no viene nada mal a un compostelano), y el estar ambientado en zonas fácilmente identificables para aquél que haya visitado Santiago o lo conozca un poco es un punto a su favor.

Eso sí, el hecho de querer presentar a los personajes (y de paso introducir una mini-trama lateral al crimen) hace que no se descubra el cadáver hasta alrededor de la página cien, lo que hace algo tedioso el principio del libro. Eso sí, hacia la mitad de la novela (unas cuatrocientas y algo páginas) la novela consigue atrapar todo el interés, yendo in crescendo desde el principio, y lo mantiene hasta el final. Toda una trama relacionada con la polémica de si los restos guardados en la catedral de Santiago son efectivamente de Santiago, del tal Prisciliano del que a veces se habla o de quién demonios.

Y así es, desde mi punto de vista, Huesos de santo, la última novela de Alfredo Conde, que llegué a leer porque una amiga, cuyos padres conocen al autor, me dijo que en un determinado momento se mencionaba a sus padres en el relato (es cierto). Ya os adelanto que la próxima entrada la dedicaré a El perro de los Baskerville, probablemente la novela holmesiana más famosa, y que puede tener un interés especial dado que supone mi primera intrusión en el mundo de Sherlock.